No basta con "bendecir" lo presente en el mundo para
hacerlo santo. Miles de jóvenes y adultos “cristianos”, creen alabar a Dios
cuando les “mola” la música. Lo cierto es que Dios les aburre y el mundo les
encanta. La adoración verdadera nace de un espíritu regenerado, los que hacen su
voluntad, así que la primera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿qué piensa
Dios de todo esto? Nuestra referencia se encuentra en la palabra de Dios, que no
es un producto cultural ni circunscrito a una época, es la voluntad eterna de
Dios para su pueblo. Un pastor dijo: Los
Salmos están repletos de descripciones de cómo es Dios. Nuestros cantos deben
hablar de Dios. Nuestra adoración falla porque desconocemos el temor de
Dios, hemos convertido a Dios en un abuelito simpaticón. La adoración es
algo muy serio. El libro de Levítico nos cuenta que Dios mató a dos líderes de
adoración porque no le agradaron. La adoración verdadera es Dios hablando
sobre El mismo, alentando, amonestando, testificando. Nuestra música debe
seguir estos principios, no basados en la carne, sino en el Espíritu. Existen
congregaciones pobres sin ningún instrumento, que alaban solo con sus voces… hoy
en día se diría “esto es tan aburrido”. Dios es un Dios santo, que mora en medio
de un pueblo santo. No es una divinidad a la que obligamos a comparecer bajo
nuestra palabra. No deberíamos ser despreocupados ante la presencia de
Dios.
Primer punto: Una alabanza que no adora y una adoración que no alaba
son incongruentes ante Dios.
Segundo punto: las verdades teológicas no pueden ser
sacrificadas diluyéndolas, creyendo falsamente que serán mejor comprendidas.
Verdades como la justificación, la regeneración... deben ser explicadas y llegar
a formar parte de los conceptos manejados por los creyentes porque encierran la
verdad de Dios. Cantamos lo que agrada a Dios, antes que a los hombres. Canticos
espirituales, dice Colosenses, es decir, la canción que nace del espíritu
regenerado, ante Dios con reverencia, agradecimiento y temor.
Tercer punto:
"A Dios hay que alabarle con toda la variedad de formas culturales que tiene
la humanidad. “¡Que todos los pueblos le alaben!” (Salmos 67:3)."
Falta rigor en este razonamiento. Todo el mundo está
llamado a alabar a Dios, es el significado de este versículo, no que cualquier
manifestación artística del hombre sea aceptable delante de Dios. El rock duro,
es un producto satánico, el hip-hop es producto de los bajos fondos americanos…
y así muchas músicas. ¿Los rociamos con “agua bendita” y ya
está?
Cuarto punto:
podemos llorar con la alabanza, podemos emocionarnos… pero si nuestra vida
cotidiana no marca una diferencia, todo aquello no es más que humo. Se dice en
el blog “No
podemos dejar en casa nuestros cuerpos para venir al culto sólo con las almas,
desprovistas de ritmo, y enfocadas sólo a entonar melodías sublimes y místicas.
La realidad de nuestro cuerpo debe afectar la manera de hacer el culto. Podemos
abrazarnos fraternalmente, y podemos sentir los ritmos del culto con el cuerpo,
que es bueno por ser creación de Dios.” Sentir, experimentar… los verbos favoritos de este
siglo. Y, por cierto, ¿a qué llama “melodías sublimes y místicas”? ¿Acaso al
magnífico legado teológico que nuestros hermanos pasados expresaron en los
himnos que tanta fuerza en la necesidad ha dado a nuestros
padres?
Quinto punto:
“Toda adoración genuina es en espíritu y en verdad, sea donde sea y con la
forma que sea”. ¿Qué significa esto? ¿Qué los bailes sensuales, las músicas de trance, el tecno… son apropiados ante Dios? Versículo por favor… Por otro lado, se afirma una gran verdad
cuando el autor dice que: “Según la palabra incómoda de los profetas, la verdadera
adoración es en función de la justicia, y no de la música. Isaías 1:11-17 es el botón de muestra de una larguísima lista de textos bíblicos que insisten en este punto. La
justicia es manifestación de la santidad y la obediencia del
pueblo que adora. Para entrar
al santuario del Señor no se requiere un tratamiento especial
con música efectiva, sino vivir la
descripción del que
anda en integridad y hace justicia del Salmo 15.”
Sexto
punto: Se dice asimismo que “Dios habita la alabanza y eso es un hecho.
Además eso es lo que la hace ser una
experiencia edificante, con cualquier tipo de música, siempre y cuando seamos sensibles a
la realidad de Dios en el culto. O sea que es al revés. La presencia de Dios en la alabanza es
lo que hace que la alabanza sea edificante, aun y cuando tenga un contenido
musical que no nos guste.” ¿Cualquier tipo de música…? ¿Se reduce a una cuestión de gustos? Nuestra música está dirigida al creador del universo, a quien
murió en una cruz y cargó injustamente el castigo que merecíamos. ¿Le voy a cantar cualquier cosa? ¿Dónde queda la reverencia?
Séptimo punto: Se dice una verdad: “Cualquier innovación que hagamos en el culto debe someterse a
un principio más sublime que los simples sentimientos. En
la iglesia debe dominar el principio de la mutua sumisión en amor.” Primero es el amor a Dios, un amor
bíblico, no un consentir para no caer mal.
Por otro lado, encuentro sorprendente el “Las posturas no dicen nada sobre la
libertad en el Espíritu, no somos más espirituales si tomamos una postura o la
dejamos de tomar. ¡Qué iluso pensar que por orar con los ojos
cerrados y el rostro inclinado somos más espirituales que los que oran de otra
forma!” De acuerdo, la postura en sí misma no otorga nada, pero, si es
sincera, sí que dice mucho de cómo se encuentra el corazón de la persona. ¿Qué ocurría en el Antiguo Testamento y en el
Apocalipsis ante la presencia de Dios ¿Acaso no caían a tierra, de rodillas, no se ocultaban
el rostro los hombres ante la presencia del Señor manifestado? No siempre es así, pero cuando nunca es así, algo falla.
Dios no ha de
ser relevante para la cultura, la cultura debe rendirse a Dios.
Alfonso
Boza
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